En diversas actividades, el ser humano utiliza la energía que proviene de combustible fósiles (carbón, petróleo y gas natural). El consumo de combustibles fósiles en industrias, centrales térmicas, calefacción y automóviles, ejerce un efecto nocivo sobre el medio. La emisiones procedentes de estas actividades pueden causar graves daños a la atmósfera, como la lluvia ácida, la destrucción de la capa de ozono y el efecto invernadero.
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